Cuando era pequeña, como otros muchos niños, leí el fabuloso
libro de Michael Ende “La historia interminable”. Las palabras que le puedo
dedicar desmerecerían por completo el valor que le doy a esta obra. A veces
pienso en volverla a leer desde la óptica adulta… pero me da miedo. Miedo al
desencanto.
Atreyu y Bastian eran los dos guerreros, en distintos planos
de la realidad, que luchaban contra “la nada”. Ese mal que estaba acabando con
el Mundo de Fantasía.
Para mí, esa nada es el desencanto. Y la mala noticia es que
hace tiempo que está arrasando nuestro país.
Llevo un tiempo inquieta. Con ligeros saltos entre la
alegría y la tristeza, sin saber exactamente lo que me pasa. Esta noche no
podía dormir y de pronto he pensado en el desencanto…. O en la “Nada”.
Y aquí estoy dejando salir esto que me come por dentro…
antes de que llegue al fondo.
A las cuatro de la mañana, me despierto. ¿Qué me pasa? No
puedo dormir. Tengo un nudo en el estómago… Y me pongo a pensar en la cuenta del banco: ¡ostras, vamos a ver que
llega la tarjeta, el pago del IVA y no cobro hasta después del 10, el pago de
colegios, de dentistas…! Y me pongo a mirar la cuenta a las 4 de la mañana. ¿Es
normal? Me respondo a mí misma: no. Y empiezo a tirar del hilo de la angustia:
la economía, el sentirse atrapado en un sistema, en una jaula de la que no
puedes salir, el desear a veces correr y correr y no parar como el tonto menos tonto del cine.
Y sigo tirando del hilo de la angustia para sacármelo de
dentro y que no me den más arcadas:
·
La política: desencanto absoluto. Tristeza,
angustia. Atrapada entre unos y otros que dan bandazos continuos. Personajes
corruptos. Nuevas mentes – aún - no corruptas pero a las que no les dejan
salir, a las que les pisan las cabezas con insultos absurdos. Discursos de y
para borregos…. Y nosotros, como marionetas, al servicio de las absurdeces de
turno que se les ocurren a unos y a otros para no tener que enfrentarse entre
ellos y hacer su trabajo. En definitiva… desencanto.
·
Educación: desencanto. No voy a hablar de los
recortes, los cambios de leyes, etc. Sino de la falta de alternativas. Te vayas
a la pública, a la concertada… todo es igual: la implantación del mismo
microchip, del mismo sistema en el que todos los niños tienen que pasar por los
mismos contenidos y estadios al mismo tiempo, donde los ritmos se marcan
verticalmente… Pero eso sí: todos tienen huerto (o una maceta). Desencanto total y absoluto. Para mi llevar a
los niños al colegio es una obligación y no una ilusión.
·
Sociedad: desencanto. Me entristece enormemente
cuando veo el efecto que yo llamo “caza de brujas con antorchas”. Por poner un
ejemplo, sale una nueva ley (aclaro de antemano que no estoy a favor de muchas
de estas leyes, no sea que se me malinterprete), la lectura que se da de dichas
leyes es absolutamente parcial y qué hacemos: machacamos y machacamos,
insultamos, nos indignamos… en vez de pararnos y decir: ¿nos leemos un poquito
mejor de qué va este tema para poder opinar? Si decimos que todos los medios de
comunicación tienen un claro sesgo político, ¿porqué entonces tomamos a pies
juntillas sus “resúmenes”? ¿Dónde están los matices? ¿Dónde están esas pequeñas
reflexiones personales que nos ayudan a ser críticos e independientes?
·
La economía, los bancos, el maldito dinero que
se puede acumular y nos pudre, nos enfrenta, nos mata. Eso sí que es una droga
de diseño.
·
Publicidad: para mí la publicidad es el cuento a
nivel adulto. Si yo me compro un perfume, quiero la historia para que lo que
tengo entre mis manos cobre vida y me haga “SENTIR” o “SENTIRME”. Pero ya no…
ya le hemos pillado el truco al marketing, ya sabemos que todas las marcas
quieren vender y se produce el desencanto.
·
Los deseos de “Miss Universo” o “deseo la paz y
un mundo mejor donde no haya pobreza”: yo lo deseo, y lo desearé hasta que
me muera. Tristemente he perdido la
confianza… o me ha invadido el desencanto una vez más. Deseo que se deje de matar animales para
nutrirnos… no nos hace falta, podemos vivir sin ello. Sin embargo yo misma,
tras muchos años de vegetariana, me lo han puesto tan difícil que a veces peco
contra mis principios… Ya no puedo mirar a un pollo a la cara y decirle cosas
bonitas (;)).
·
La igualdad: ¿sabéis cuál es mi mayor desencanto
en este sentido? Que todos somos defensores de la igualdad, se critican con
fuerza las desigualdades sociales por género, origen o etnia (lo que muchos
llaman “raza” pero que yo tengo
absolutamente prohibido por mi sesgo antropológico) pero luego todos – me incluyo,
el primer paso es reconocerlo – cometemos grandes injusticias o incoherencias
en este sentido. ¡Y no nos damos ni cuenta! Por cierto, tolerancia no es
sinónimo de igualdad, o al menos a mí no me gusta cuando me dicen que me
“toleran”. Tuve una experiencia terrible en este sentido… Hicimos un estudio
para una conocida ONG cuyo nombre voy a omitir. Se supone que eran gente /
profesionales que habían dedicados sus carreras a ayudar al prójimo (en el
Tercer Mundo). En mi vida he visto a gente tan irrespetuosa con el prójimo,
tan, perdonad el simplismo de la palabra: “mala”. Desencanto.
·
Los sueños rotos: ¡cuántos sueños rotos! ¡Qué daño ha hecho Disney y sus finales
felices donde nadie muere, los pobres se casan con príncipes y las princesas no
se operan toda la cara porque nacen perfectas!
Podría seguir y seguir… pero esto no es para desencantar más
de lo que ya lo estamos. Quiero, del mismo modo que Bastian en “La historia
interminable”, aferrarme a ese granito pequeño de arena que queda del Reino de
Fantasía.
Opto por luchar constantemente contra el desencanto en el que
estamos sumidos y me estoy equipando con algunas armas como:
·
La improvisación: seguir mis impulsos, mi
instinto, hacer lo que me apetece sin frenarme al miedo. Soy una gran “tímida”
y ¿de qué me ha servido eso? Sólo para frustrarme. Pero reconozco que me cuesta
muuuuucho esfuerzo y energía. Estoy en ello.
·
Energía positiva: reír, reír. Hacer bromas, ser
irónica… lo soy… pues más.
·
La ingenuidad: esa mirada de cuando éramos
niños, esa alegría, esa magia. Adoro la magia (que no el engaño).
·
Participación activa: abuso mucho del rol de
observador que se sitúa desde fuera y no participa. Por ejemplo, voy a una
discoteca y no soy capaz de moverme libremente porque lo miro desde fuera y lo
veo todo… tan absurdo. Pues bien, lo mío es lo absurdo.
·
Sueños rotos: sé que muchos de mis sueños se
romperán… sé que me pueden traer desencantos… Pero no voy a dejar de soñar
porque sólo ahí soy dueña del final de la historia.
Y realmente lo que temo es que el desencanto con tantas
cosas me nuble y no vea lo bueno. No me voy a poner “ñoña”, no es mi estilo
(todos sabemos cuáles son esas pequeñas cosas que no hacen sonreír a diario).
Mi intención es casi como la de los Alcohólicos Anónimos: yo
Anabel estoy desencantada con muchas cosas (ahora el resto dice que me quieren
y eso). Y llevo 5 minutos sin desencanto!! Enhorabuena Anabel, ¡vamos a por
más!
Anda que pensaréis que estoy zumbada… mezclar La historia
interminable con los métodos de terapia en grupo… No lo estoy, simplemente lo
utilizo todo como “herramienta”, tal y como me enseñó mi querido profesor Ramón
Valdés: “la función de todo está en el uso que tú le des, no en lo que te digan
que es”.
Podría seguir filosofando (aunque esto ya se parece más a un
curso de autoayuda… ¡qué horror!), pero me quedo aquí … por hoy.
Y ahora… ¡me voy a volar con Fujur!!
No he podido leerte todo lo tranquila que quisiera, así que he ido a trozos...pero volveré ha hacerlo. Tal vez no para aconsejar nada, porque hay momentos en los que los consejos no nos valen, pero como dices, sí que vale el desahogarnos... eso es muy bueno. También he tenido mi experiencia pesimista y de desencanto hace ya un tiempo...me hundí, mucho mucho..., a veces hay que dejarse caer para levantarse con calma y fuerza. Animo, y una tila antes de dormir ;-). Besitos!!
ResponderEliminarGracias! Ya vuelvo a estar de pie y con fuerza. Estas Navidades me han destrozado más que nunca pero ya son pasado.
EliminarBesos!